La aparición de 271 obras desconocidas de Pablo Picasso, en poder de un electricista al que supuestamente el artista habría regalado tal tesoro, es «inaudita» y sin comparación con ningún otro hallazgo en el mundo, según estimó ayer la presidenta del museo Picasso de París, Anne Baldassari.
Una pareja de jubilados residentes en la Costa Azul mostraron el pasado septiembre en París los cuadros, cartones y dibujos, de un valor estimado de unos 60 millones de euros, al hijo del pintor Claude Picasso, administrador del legado, con el fin de obtener certificados de autenticidad. Entre las obras, realizadas entre 1900 y 1932, se encuentran nueve collages cubistas de un valor estimado de más de 40 millones de euros, una acuarela del periodo azul, gouaches, litografías y retratos de su primera esposa Olga, según informó ayer el diario Libération.
Pierre Le Guennec, de 71 años, dice haber trabajado como electricista para Picaso en las tres últimas décadas de la vida del pintor, fallecido en 1973. Habría instalado sistemas de alarma en las distintas residenicas del artista, como la villa California en Cannes, donde se realizaron muchos de los dibujos.
Los herederos del artista decidieron poner una denuncia contra Le Guennec por robo el pasado 23 de septiembre. Las obras fueron requisadas por la Oficina central de lucha contra el tráfico de bienes culturales del domicilio de la pareja, una pequeña casa sin pretensiones en un pueblo al sur de Grasse. La colección se encuentra en la caja fuerte de la oficina en París.
El electricista retirado insiste en su inocencia. Dice que el artista y su esposa Jacqueline le regalaron las obras. Sin embargo, Claude Picasso, entrevistado por Libération en Nueva York, rechaza la idea de que su padre hubiera donado «tal cantidad de obras, eso no se ha visto nunca, no tiene cabeza. Era una parte de su vida, no tiene sentido».
Por el momento no se han presentado cargos contra el jubilado, según ha declarado su abogada, Evelyne Rees, a la agencia France Presse. «Le Guennec cree que si fuera un robo, ¡no se había metido él mismo voluntariamente en la boca del lobo!», subraya Rees. La justicia francesa investiga el caso.