Un banco da modestos préstamos a los productores locales, a cambio de unas buenas hormas de parmesano.
En algunas regiones de Italia, el queso parmesano es tan preciado que algunos bancos desean quedarse con él a cambio de préstamos que dan a los productores locales.
El Banco Credito Emiliano tiene cientos de sucursales y miles de empleados en el centro y norte de Italia. Sus oficinas centrales no se diferencian, a primera vista, de las de cualquier otro banco, con cámaras de vigilancia en cada rincón, puertas de seguridad para cerrar el lugar e incluso una gran bóveda en el fondo. La diferencia con otras instituciones bancarias es que no vas a encontrar muchos diamantes o grandes cantidades de efectivo guardados allí. En cambio, hay cientos de miles de hormas de queso Parmigiano-Reggiano, cuidadosamente dispuestas en enormes estantes.
El banco toma al parmesano a cambio de un modesto préstamo a los productores locales, y les cobra un 3% de interés y una pequeña tarifa para cuidar el queso y asegurarse que madure en forma apropiada, en una bóveda con aire acondicionado y humidificada.
Suena raro, pero el Banco Credito Emiliano trata al Parmigiano-Reggiano como otros bancos tratan al oro. Y por buenos motivos, ya que las montañas de queso guardadas en la bóveda llegan a un total de 200 millones de dólares.
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