Considerado uno de los símbolos más importantes del movimiento renacentista e ícono de la historia mundial, deja un legado que a siglos de su creación, sigue siendo admirado. Leonardo Da Vinci nació el 15 de abril de 1452.
Su andar por el arte comenzó en el taller de Andrea Verrocchio, quien se destacaría más como escultor que como pintor, y quien posee uno de los Talleres de Pintura más sobresalientes en Florencia.
Ahí, su gran imaginación creativa y la temprana maestría de su pincel superaron las cualidades de su maestro. Ejemplo de ello es "El bautismo de Cristo", donde un dinámico e inspirado ángel pintado por Leonardo contrasta con la brusquedad del Bautista hecho por Verrocchio.
De acuerdo con sus biógrafos, Da Vinci nunca se preocupó demasiado por formar su propia escuela, pero poco a poco se creó un grupo de fieles aprendices y alumnos, entre quienes destacan: Giovanni Boltraffio, Ambrogio de Predis y Andrea Solari.
La llegada de los franceses a Milán, en 1499, obligó al artista a abandonar la ciudad, siendo Venecia, donde fue contratado como ingeniero militar; puesto desde el cual proyectó una cantidad de artefactos cuya realización concreta no se hizo sino, en muchos casos, hasta los siglos XIX y XX.
En 1501, Da Vinci regresó a Florencia, desempeñándose como consejero de fortificaciones y estrategias del gobierno de César Borgia. Para ese entonces, nadie imaginaba que el genio florentino realizaba "La Gioconda", una de sus creaciones más destacadas de todos los tiempos.
En 1513, durante su estancia en Roma, realizó algunos de sus trabajos más interesantes como inventor, pero, tras encontrar siempre obstáculos por parte de la Iglesia Católica, decidió abandonar Italia y viajar a Francia, donde proyectó palacios, ciudades y el desvío de un río.
Leonardo Da Vinci murió el 2 de mayo de 1519 en Cloux. Su testamento legaba al pintor italiano Francesco Melzi todos sus libros, manuscritos y dibujos, quien se encargó de regresarlos a Italia.
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