Poder emitir flatulencias sin incomodar al prójimo, tal fue el desafío perseguido durante años por la compañía textil japonesa Seiren, que ahora comercializa con éxito su calzoncillo sin olor.
"Hemos tardado varios años en poner a punto un calzoncillo desodorante que sea confortable y al mismo tiempo elimine rápidamente los fuertes olores" explica Nami Yoshida, una portavoz de la compañía.
"Al principio pensábamos venderlo sobre todo a hospitales y residencias sanitarias, pero un número increíble de gente se puso a comprarlo, especialmente los hombres de negocios que tienen varias entrevistas en una jornada", añadió.
El secreto reside en la inclusión de partículas cerámicas en la fibra textil.
Así, Seiren ha extendido ahora el concepto y propone una gama de 22 productos diferentes, desde el calcetín antiolor a la camiseta que absorbe los efluvios de las axilas.
Los japoneses son sumamente celosos de su discreción corporal. Así, algunos cuartos de baño permiten emitir sonidos como el canto de un pájaro o el de una cascada para cubrir así ruidos considerados inconvenientes.