
Existe una teoría que sus espectaculares ojos rojos, en conjunto con sus otras marcas brillantes, se desarrollaron como un mecanismo de alarma, que utilizan los sapos para protegerse de la presencia de cualquier predador que pueda aparecer durante el día. Si son molestados por un predador, abren sus ojos rojos y en combinación con los otros destellos de colores que son visibles sólo cuando el sapo se mueve, hacen que el sapo tenga tiempo de saltar y escapar. Dado que Agalychnis callidryas no es tóxico, depende mucho del camuflaje y de la discreción para evitar la predación en estado silvestre.
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