Dos agentes reconocieron que sintieron sospechas de Garrido cuando vieron "algo sospechoso" en las dos pequeñas, de 11 y 15 años, que acudieron junto al acusado al campus de la Universidad de California en Berkley para repartir folletos de información religiosa. Esto les hizo investigar los antecedentes penales de Garrido, lo que condujo a su detención.
"Cuando Lisa (Campbell, una de las agentes) les preguntó por qué no estaban en el colegio, las dos respondieron como robots que daban clases en su casa. La otra cosa que nos llamó la atención era el color de las dos niñas. Ambas estaban extremadamente pálidas en comparación con Philip", dijo Ally Jacobs, la otra policía.
"La pequeña clavaba su mirada en su padre de una manera que pareciera que le estaba adorando (...) tenía la sensación de que esas niñas eran como robots", añadió.
Según explicó el corresponsal de la BBC Rajesh Mirchandani, las policías dijeron que las respuestas de las niñas a sus preguntas parecían ensayadas, como cuando le preguntaron a una de ellas por qué tenía una contusión alrededor del ojo y ella dijo que era una marca de nacimiento.
Cuando la policía comprobó los antecedentes de Garrido descubrieron que había sido condenado por abusos sexuales y secuestro en 1971 y tenía expresamente prohibido relacionarse con menores.
Citado a declarar, Garrido se presentó en la comisaría acompañado por su esposa. Junto a ellos acudieron dos niñas y otra mujer a la que llamaban "Alissa".
Durante el interrogatorio, Garrido identificó a "Alissa" como Jaycee Lee Dugard. Las dos niñas, reconoció, fueron fruto de su relación con ella.
"Fallos de organización"
Por su parte, la policía del condado californiano de Contra Costa reconoció "fallos de organización" en la investigación del secuestro de Dugard y pidió disculpas por haber "perdido la oportunidad" de resolver el caso con anterioridad.
Uno de los principales interrogantes que plantea el caso de Dugard es cómo su presencia –y la de sus dos supuestas hijas- en el jardín de la casa de los Garrido pasó desapercibida a ojos de la policía durante más de 18 años de secuestro.
Sin embargo, como sugirió el corresponsal de la BBC en Los Ángeles David Willis, era difícil que estos hechos pasaran desapercibidos para los vecinos en una ciudad como Antioch, de apenas 100.000 habitantes. De hecho, algunos de ellos llegaron a alertar a la policía.
Llamadas de alerta
En noviembre de 2006, una llamada avisó de la presencia de niños en el jardín de la casa y denunció comportamientos extraños.
"El denunciante aseguró que Garrido era un psicótico y un adicto al sexo", apuntó el Sheriff Warren Rupf, encargado de la investigación.
Según reconoció Rupf, el agente que se hizo cargo de la denuncia no era consciente de que Garrido figuraba en el registro de abusadores sexuales, a pesar de que esa información estaba a disposición de la oficina del sheriff.
Dos año más tarde, en 2008, de acuerdo con las informaciones publicadas por el diario estadounidense The New York Times, un equipo de investigadores visitó sin previo aviso la casa de Garrido durante una inspección rutinaria a abusadores sexuales.
En aquella ocasión, los agentes tampoco se percataron de la zona secreta en el patio trasero de la residencia -oculta tras una valla- en la que vivían Jaycee y sus hijas.
Disculpas
Ahora, según informaron los medios locales, la policía busca pruebas en la vivienda de Philip Garrido ante las sospechas de que pudiera estar relacionado con el asesinato de nueve personas entre 1998 y 2000.
En medio del enorme interés que ha despertado el caso, Warren Rupf reconoció, en una comparecencia ante la prensa, los fallos de la actuación policial y pidió disculpas por ellos.
"Soy el primero en criticar fallos de organización y en ofrecer mis disculpas a las víctimas. Y acepto la responsabilidad por haber perdido una oportunidad anterior (de resolver el caso). Tuvimos que ser más inquisitivos, más curiosos", señaló Rupf.
"No hay excusas. Deberíamos haber tenido un mejor resultado", reconoció el Sheriff.
Vía: BBC Mundo